Nueve de la mañana. El salón de un hotel de la capital turística por excelencia presenta un aspecto diferente al habitual. Sobre las mesas se apilan relojes con dos marcadores y dos salidas para auriculares, grabadoras y, sobre todo, tableros de ajedrez con un pequeño agujero en el centro de cada casilla.
«Se juega a doble tablero, un tablero adaptado para que los jugadores al tocar las piezas no las muevan porque tienen un pequeño vástago que se clava en la casilla», explica Pablo Martínez, director técnico de la Federación Española de Deportes para Ciegos (FEDC): «Las piezas negras se distinguen de las blancas porque tienen en la parte superior una pequeña cabeza de clavo».
Pablo sigue distribuyendo por el salón hasta un total de 65 ajedrecistas ciegos o con baja visión llegados desde todas las comunidades autónomas para participar en este Open que cumple 31 ediciones y va por su quinta ronda. Entre ellos José Luís Fernández Coya, que está entre los primeros clasificados: «Da gusto estar en este hotel y este entorno. Somos habituales de todos los años».
Las partidas duran entre tres y cuatro horas, aunque en ocasiones todavía se alargan más, nos cuenta José Luís, que empezó a practicar ajedrez de niño y lo ha retomado al jubilarse. Las jugadas van quedando grabadas en unas fichas en papel o en un sistema de audio denominado ‘Víctor’ para, en el caso de reclamaciones, consultar los movimientos anteriores.
José Luís, jugador del Open FEDP de Ajedrez de Benidorm
El ajedrez, uno de los deportes más inclusivo
El silencio se va a apoderando del espacio, aunque siempre queda el murmullo de las jugadas que los rivales se van cantando entre sí. Interrumpimos durante su partida a Victoria Torres, campeona de España y participante en el último Campeonato de Europa Femenino disputado en Grecia: «Ha sido muy duro, pero una experiencia preciosa. Todo personas videntes, ha sido una proeza que no se me olvidará en la vida».
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«El ajedrez es el deporte que podemos jugar con una persona vidente si tenemos un poco de tacto igual que ellos», relata Victoria: «Lo único que cuando estamos empezando tocamos mucho las diagonales y el que nos esta mirando piensa que vamos a hacer algo que no está bien, entonces yo procuro tocar mucho o poco, porque si toco mucho no se enteran de por donde voy y si toco poco, tampoco».
Victoria juega al menos una partida al día en plataformas online como Lichess o Freechess: «Yo empecé con el ajedrez porque tenía bastantes niños y para que se entretuvieran compré un tablero aunque yo casi solo sabía mover», recuerda. Ahora gana a sus nietos. «Tenemos que hablar con nuestras piezas, escucharlas y ellas saben por donde tienen que ir».
José Vicente corrige en otra partida una diferencia entre dos tableros comprobando la grabación: «Y si han dicho dos jugadas distintas es que se habían confundido». Este entrenador empezó con una escuela en su ciudad y acabó contactando con la ONCE: «Me fui metiendo en la federación, yendo a los torneos y conociendo a la gente». «Si tienes problemas te los dejas fuera y esas tres o cuatro horas que están jugando te olvidas de todo, te concentras en el tablero y esa es tu batalla», resume.
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